Caperucita Roja: cuento y análisis

Caperucita Roja y el lobo en el bosque, ilustración infantil en acuarela, cuento clásico infantil.









Caperucita Roja

Había una vez una niña tan querida por su madre y por su abuela, que el cariño parecía envolverla como un velo de luz. Su abuela, en una muestra de ternura, le regaló una capa de terciopelo rojo, y como la niña nunca salía sin ella, todos comenzaron a llamarla Caperucita Roja.

Una mañana, su madre la llamó con suavidad y le entregó una cesta con pastel y vino.

—Tu abuela está enferma, hija. Ve a verla, pero no te apartes del camino. Salúdala con respeto, y no te distraigas.

La niña asintió, feliz de atravesar el bosque, sin saber que la inocencia, a veces, camina entre sombras.

El bosque se alzaba fresco y profundo. La luz se filtraba entre los árboles y el canto de los pájaros parecía anunciar algo invisible.

Fue entonces cuando apareció el lobo.

No era un lobo cualquiera. Su voz era mansa y sus ojos se escondían detrás de una falsa cortesía.

—¿A dónde vas, niña?

—A casa de mi abuelita —dijo ella, sin miedo—. Vive más allá del molino, bajo los tres grandes robles.

El lobo, astuto, pensó en su interior: qué bocado más dulce, la niña y la abuela juntas. Pero no lo dijo. Solo sonrió.

—¿Y por qué no recoges unas flores para ella? Mira cuántas hay. ¿No crees que se alegraría?

Caperucita miró el bosque. El sol acariciaba los pétalos y el aire parecía invitarla. Olvidó la advertencia de su madre y se adentró entre los árboles.

Mientras ella recogía flores, el lobo tomó el camino más corto. Llegó a la casa, golpeó la puerta con su voz imitada de niña, y cuando la abuela respondió, él entró. No hubo gritos largos. Solo el crujir de la sorpresa. El lobo se disfrazó con su ropa, se metió en la cama y esperó.

Caperucita, luego de divagar entre margaritas y pensamientos, llegó por fin.

Abuelita… qué voz tan rara tienes.
—Es por el resfriado, mi niña.

—Abuelita, qué
ved=1t:260882&q=ojos+tan+grandes+Caperucita+Roja&bbid=547298168950880036&bpid=2189820838425474903" target="_blank">ojos tan grandes…
—Son para verte mejor.

—Y qué manos tan enormes
—Son para abrazarte mejor.

—Pero abuelita… ¡qué dientes tan grandes tienes!
—¡Son para comerte mejor!

Y con un salto, el lobo se arrojó sobre la niña y se la tragó también.

Satisfecho, se tendió en la cama y comenzó a roncar. Pero la historia aún no terminaba.

Un cazador, que pasaba por allí, escuchó el extraño sonido. Entró y vio al lobo dormido en la cama de la abuela. Intuyó lo que había ocurrido y, sin dudarlo, tomó su cuchillo y le abrió el vientre. De allí salieron primero la abuela y luego la niña, vivas pero estremecidas.

Llenaron el cuerpo del lobo con piedras pesadas. Cuando despertó e intentó huir, el peso lo venció. Cayó, y no volvió a levantarse.

Caperucita aprendió ese día que no debía hablar con desconocidos, ni abandonar el sendero. Y desde entonces, cuando iba por el bosque, sus pasos eran más firmes y su corazón más atento.

Cuento de los Hermanos Grimm, relatado en forma original

Análisis del cuento Caperucita roja

Este cuento no es solo una historia para divertirnos, también nos enseña algo muy importante.

Caperucita es una niña muy dulce e inocente, que confía en todo y en todos porque aún no conoce los peligros del mundo. El bosque por donde camina es como un lugar misterioso que no conoce bien.

El lobo es un personaje que parece amable, pero en realidad quiere hacerle daño. Él no grita ni asusta al principio, sino que habla con palabras suaves para engañarla. Esto nos recuerda que no siempre las personas malas se ven o actúan como esperamos.

La abuela es el lugar seguro, el hogar lleno de cariño, pero cuando el lobo llega, todo cambia y ya no es seguro.

Cuando el lobo se come a Caperucita y a la abuela, es como si ellas pasaran por un momento difícil o peligroso en la vida. Pero luego llega el cazador, que es alguien valiente que ayuda y protege a quienes están en problemas.

Al final, Caperucita aprende a no hablar con desconocidos y a no alejarse del camino seguro. Ella sabe que hay que tener cuidado, aunque algo parezca bueno o bonito.

Este cuento nos enseña a ser cuidadosos, a escuchar a quienes nos quieren y a no confiar en cualquiera, porque no todo lo que brilla es bueno.





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