Gaspar Octavio Hernández nació en la ciudad de Panamá en el año 1893, en una época de intensos cambios históricos y culturales para el istmo. Desde muy joven manifestó una profunda inclinación hacia las letras, la poesía y el pensamiento crítico.
Fue un lector apasionado, autodidacta en gran medida, que encontró en la escritura una vía de expresión espiritual y estética. Su sensibilidad lo llevó a abrazar el modernismo, movimiento que dominaba las letras hispanoamericanas a principios del siglo XX, influenciado por autores como Rubén Darío, José Asunción Silva y Julián del Casal.
A pesar de su juventud, se insertó con rapidez en el ambiente intelectual y periodístico de su tiempo. Trabajó como redactor y cronista en el periódico La Estrella de Panamá, uno de los medios más influyentes del país. Desde allí no solo informaba sobre los acontecimientos del momento, sino que compartía sus inquietudes estéticas y sociales, combinando la mirada crítica con una profunda vocación poética.
Gaspar Octavio no solo fue un poeta de palabras bien construidas, sino un alma muy comprometida con la belleza, la verdad y el destino de su tierra. Sus poemas son un reflejo de su mundo interior: intensos, melancólicos, espirituales. En ellos se entrelazan la contemplación del amor idealizado, el dolor existencial, el misterio de la muerte y un profundo sentido de la patria. Su estilo, marcado por la musicalidad y el lenguaje cuidado, revela una búsqueda constante de armonía entre la emoción y la forma.
La vida de Gaspar Octavio Hernández fue tan breve como intensa. El 13 de noviembre de 1918, mientras trabajaba en la redacción del periódico, cayó fulminado por un ataque al corazón. Murió prácticamente con la pluma en la mano, dejando inconclusa una labor que era tanto vocación como destino.
Su fallecimiento, ocurrido a los 25 años, causó una gran conmoción en el medio cultural de la época, y fue visto como una pérdida irreparable para la poesía panameña. Su figura quedó envuelta en un aura de leyenda, como ocurre con aquellos artistas cuya vida se apaga en plena juventud.
A pesar de no haber publicado un libro en vida, sus poemas fueron recopilados póstumamente y han sido incluidos en diversas antologías de la literatura nacional. Su nombre ha sido perpetuado en escuelas, calles y homenajes literarios.
Gaspar Octavio Hernández es recordado no solo por su talento, sino por representar al poeta íntegro, apasionado y genuino. Su obra, aunque breve, sigue siendo leída con admiración y respeto, y su legado vive en la memoria literaria de Panamá como una de las voces más puras y conmovedoras de su tiempo.

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