Jerónimo de la Ossa: El poeta del alma panameña

 Jerónimo de la Ossa fue uno de los pilares de la lírica panameña del siglo XIX, un poeta cuya voz serena y profunda aún resuena en los corazones que aman la patria y la belleza del idioma. Nació en Panamá el 9 de abril de 1847, en una época de efervescencia cultural y transformaciones políticas que marcarían su obra y su vida. Hijo de una familia distinguida, creció rodeado de letras, ideales y amor por la tierra que lo vio nacer.

Desde joven, demostró una sensibilidad especial para la poesía, que supo canalizar a través de una escritura elegante, patriótica y cargada de sentimiento. Fue un observador fino de la realidad de su país, y con sus versos construyó una imagen idealizada de la nación, donde el amor, la naturaleza y la identidad se entrelazan. Su obra, influida por el romanticismo tardío, refleja también una búsqueda constante de lo sublime, lo eterno y lo justo.

De la Ossa no solo fue poeta, también tuvo una destacada carrera como abogado y funcionario público, pero la historia lo recuerda especialmente por haber sido el autor de la letra del Himno Nacional de Panamá, obra que escribió con profunda emoción y visión de futuro. 

Su poema, titulado originalmente ved=1t:260882&q=Himno+Istme%C3%B1o&bbid=547298168950880036&bpid=7489766096339057228" target="_blank">Himno Istmeño, fue musicalizado por Santos Jorge y adoptado oficialmente en 1906 como símbolo patrio, aunque su uso se remontaba ya a finales del siglo XIX. Cada estrofa que compuso refleja el espíritu de un pueblo que anhelaba libertad, dignidad y progreso.

Además de su aporte cívico, cultivó una poesía personal que incluye sonetos, odas y composiciones líricas de alto valor estético. Su estilo sobrio, pero cargado de imágenes delicadas, lo convierte en una de las figuras más queridas de la tradición literaria nacional. Perteneció a una generación que forjó, con palabras y acciones, la identidad de la nueva república.

Jerónimo de la Ossa falleció en Panamá en 1907, dejando un legado literario que trasciende el tiempo. Su voz, aunque pausada y contenida, fue firme en sus ideales, y aún acompaña a Panamá cada vez que su himno resuena. Fue un hombre que escribió con el corazón y pensó con el alma, y cuya obra sigue siendo motivo de orgullo para todos los panameños.